lunes, 28 de febrero de 2011

Algunas reflexiones sobre los premios Oscar 2011

Oscar al Mejor Actor principal: Colin Firth

Uno de los Oscar menos claros, al menos por la competencia que parecía ofrecer Jeff Bridges por su papel en "Valor de ley". Finalmente se impuso la tónica habitual de que la película que gana ejerce un papel atractivo sobre premios como el de mejor actor. Los otros nominados, en mi opinión, no tenían nada que hacer. Por otra parte, es muy posible que tenga mucho que ver con la no victoria de Jeff Bridges el hecho de que su papel sonase a "visto", perteneciese a algo tan trillado como un Western y no fuese precisamente una novedad en la filmografía de Bridges la interpretación de un papel "pasado de rosca". No obstante, para mi Colin Firth simplemente está correcto en "El Discurso del Rey", un papel no precisamente difícil pues el melodrama pone todas las cartas sobre la mesa. Otro Oscar, por cierto, al montón de los otorgados por interpretar a personajes con defectos/retrasos/taras/etc.

Oscar al Mejor Actor secundario: Christian Bale

En cuanto vi "The Fighter" supe que Christian Bale se llevaría el Oscar. No sólo porque su principal rival, Geoffrey Rush, se limitase por vez enésima a una sobreactuación mil veces repetida en todos sus papeles (comparar su personaje de "El Discurso del Rey" con el de "El Sastre de Panamá": ¿hay alguna diferencia?). El mérito de Bale consiste en haber conseguido reducir su habitualmente ejercitada anatomía a una nulidad física propia del ex-boxeador drogadicto al que interpretaba y, además, realizar una interpretación entre lo patético y lo aterrador de una persona atravesada por la melancolía y el autoengaño. En "The Fighter" se come con patatas al siempre inexpresivo Mark Wahlberg (otro tipo que repite una y mil veces sus registros) y aporta, en realidad, lo único especialmente rescatable de un filme que de no contar con él sería un telefilme.

Mejor Actriz principal: Natalie Portman

Un Oscar cantado, evidente. Representa sin motivo de queja el papel de histérica anoréxica en busca de la perfección en "El Cisne Negro". Cabe destacar, a modo de impresión personal, que el éxito de Portman al abordar el papel descrito no parece tanto cosa de sus dotes interpretativas como de su cercanía personal al registro que interpretaba en la repugnante cinta de Aronofsky.

Mejor Actriz secundaria: Melissa Leo

Protagonizó la "nota informal" en una ceremonia muy sosa de los Oscars al decir un taco cuando agradecía su premio. Un premio, por cierto, entregado por un patéticamente estirado e inyectado en botox Kirk Douglas (alguien debería aconsejar mejor a ese pobre anciano). Melissa Leo, a quien conocía por su papel en la genial serie "Treme", hace bien su papel de atormentada madre posesiva en "The Fighter". Creo que lo merecía mucho más que sus competidoras: entre las cuales estaba la bruja Helena Bonham Carter, la niña machorra de "Valor de Ley" o su propia compañera de reparto: la insoportable Amy Adams, cuyo personaje en "Atrápame si puedes" todavía me produce náuseas.

Mejor Director: Tom Hooper (El Discurso del Rey)

Me alegro de que desde la Academia se apueste por la ortodoxia de Hooper y no por al alocado Aronofsky. La razón para que éste último no haya ganado es bien simple: la gente de la Academia teme dar el Oscar a un individuo cuya próxima película podría ser directamente gore, pornográfica o sadomasoquista.






Mejor Película: El Discurso del Rey

Desde luego "El Discurso del Rey" es un Oscar mucho más aceptable que el del año pasado a "En Tierra Hostil", una cinta menor. Pese a que la película de Hooper es demasiado condescediente con la monarquía y parezca por momentos un cuento Disney, se trata de una película que contiene momentos de verdadera emoción. El discurso final de la película tiene un suspense aterrador, que te pega a la butaca para, al final, emocionarte por su pura verdad contraria al totalitarismo.

Por otra parte, "Valor de Ley" resultaba una película demasiado contenida, fría, y perdida en las formas (no tiene realmente un argumento propiamente dicho) y "La Red Social" es más impactante por su actualidad que por su mensaje último.

lunes, 21 de febrero de 2011

Crítica de Cisne Negro (Black Swan)



La nueva película protagonizada por Natalie Portman, El Cisne Negro se ha estrenado este pasado 18 de febrero en toda España, siendo una de las opciones más esperadas por el público en general.


La película nos presenta a una bailarina de ballet clásico Nina (Natalie Portman) encarcelada por su propia vida; una madre controladora y amargada por su propio fracaso, una vida gris, y una obsesión (la de Nina) con la perfección y con el éxito que le hacen rallar la locura y buscar su propia autodestrucción. Puede parecer un argumento tópico, pero sin duda más allá de cualquier otra consideración, el director sabe presentar esta historia de una forma muy original (así como el director del ballet en la película quiere presentar una nueva versión del Lago de los Cisnes, nuestro director quiere presentar un argumento muy trillado de una forma diferente).


Pero aún reconociendo su originalidad, el conjunto resulta repugnante y vulgar, buscando la reacción del espectador utilizando trucos baratos y sórdidos. Es una película que claramente se queda en un “quiero y no puedo” que pretende ser una reflexión sobre la búsqueda de la perfección y el éxito, pero que sin embargo no trasciende de la mera superficie y se basa en el efectismo a partir de escenas sexuales o sanguinolentas, presentadas a una velocidad de vértigo, pero que muchas veces carecen de sentido y lógica en el desarrollo normal de la película.
Aunque realmente no dudo que el director en realidad buscase esto, una película hecha a base de efectos y velocidad, con la intención de presentar el filme como una auténtica pesadilla, ayudando a esta sensación una magnífica fotografía oscura y gótica; creo que hay formas y formas de buscar una ambiente asfixiante y de auténtica pesadilla, desde luego con mayor elegancia, pero para ello hace falta tener mucho talento. Es muy fácil, desagradar al espectador a base de elementos repugnantes.


Aún así no puedo terminar mi crítica sin decir que tiene detalles espectaculares y giros muy interesantes, de ello no cabe duda. Mi reflexión es, si merece la pena ver una película por unos pequeños destellos de genialidad, en una sordidez que inunda cada rincón del desarrollo del argumento.

jueves, 17 de febrero de 2011

Más allá de la vida: crítica de Celia

Clint Eastwood me ha vuelto a sorprender y ha conseguido de nuevo hacerme pasar un mal rato en el cine. Pero no lo digo como una crítica negativa, sino todo lo contrario. Su nueva película Más Allá de la Vida, desde el primer minuto comienza a remover los sentimientos del espectador enfrentándolo, a través de tres historias diferentes que se acaban entrecruzando, a la muerte. 
 
Las historias escogidas por el director nos muestran la crudeza de la muerte, la soledad, la incesante búsqueda de respuestas de los que nos quedamos aquí, la hipocresía, las relaciones humanas muchas veces basadas en la nada cotidiana, y por supuesto no puede faltar el guiño fatal que Eastwood le dirige al sistema de protección y provisión social norteamericano, quedando claro (lo que ya insinuó en Million Dolar Baby) que es una total y absoluta farsa.

He oído de boca de muchos “expertos cinéfilos” que esta película es ñoña y tendenciosa, que busca claramente la lágrima fácil; pero en mi opinión es simplemente un reflejo crudo de la realidad y ante todo es una reflexión sobre como las personas nos enfrentamos a dos cosas, a nuestro pasado y a la muerte con la consecuente soledad que conlleva. 

Para finalizar, no puedo dejar de destacar el papelón de Matt Damon, que hace una gran interpretación y que sin duda es una de los grandes valores de esta película.

Es una película de una gran calidad y muy recomendable, que  implica un profundo bofetón emocional que te deja vapuleado y sobrecogido. Es probable que esta película sea simplemente un reflejo de las reflexiones de Clint Eastwood  sobre la muerte y el miedo a no saber qué hay más allá. Sea lo que sea, le agradezco a nuestro “amigo Harry” que nos haya dejado de nuevo otra historia para reflexionar. Aunque he de decir  que Gran Torino y Million Dolar Baby todavía están muy por encima de esta última tanto en calidad como en profundidad, pero Más Allá de la Vida constituye de lo mejorcito que hay en nuestras carteleras ahora mismo.




"Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad." Rosa Regás.

Más allá de la vida: crítica de Isidoro

Clint Eastwood representa, en el cine, al libertario norteamericano. Su mirada amargada acerca de cualquier forma de gobierno organizado, e inevitablemente burocrático, se ve acompañada de su evidente desconfianza respecto a la naturaleza de los lazos familiares. Eastwood no se fía de nadie y, en realidad, gran parte de su vida como actor disparando contra “los malos”.

Como se ha podido ver en varias de sus películas, Eastwood desprecia también en gran medida las religiones organizadas. Pero Eastwood, tantas veces vencedor en mil reyertas cinematográficas, no es diferente de cualquier otro y es un hecho que se aproxima el final de su vida.  Pero siendo contrario a la religión organizada, con unas jerarquías a las que obedecer, Eastwood no deja de creer en que hay algo “más allá” y se apunta a cierta forma de “New Age”.

“Más allá de la vida” no es una mala película. Pero su mensaje es mucho más modesto de lo que parece y, desde luego, es presentado de forma reiterativa. La película, de hecho, bajaría bastantes escalones con la mera ausencia de Matt Damon. Las diferentes historias que se presentan en la película acaban, como en toda película de mensaje “progre”, cruzándose. Y Eastwood, además, las cruza de forma bastante poco respetuosa con el espectador: con un Deus ex machina en toda regla. Y como decía, la película nos quiere enfrentar a los sentimientos de la melancolía o la soledad de una forma tramposa. No hacen falta media docena de escenas para saber que un niño echa de menos a su hermano ausente. Se trata de un exceso que, por ejemplo, se ve en las películas de Mel Gibson: en las que se presenta a los malos como seres rayanos en lo demoníaco, cejijuntos, de ojos desorbitados y frenesí criminal mientras que los buenos tienen cara de vivir en la más absoluta inocencia. No están bien los excesos.

La teoría que presenta la película, que en absoluto es de ciencia ficción como alguno podría pensar, es que debe haber algo después de la muerte. Y eso es algo reconfortante para Eastwood. Algo que cumple una función que cualquiera puede imaginar. Porque Eastwood parece ya no tener suficiente consuelo en mirar, estremecido, al pasado y prefiere ya ir ordenando sus asuntos por lo que pudiera pasar. Y para eso orquesta un filme en el que se presenta como algo respetable un argumento como el que sigue: “muchas personas cerca de la muerte han visto una luz y eso no puede ser casualidad”. Un “argumento”, como se ve, que llevaría a considerar correcta cuanta chaladura más o menos extendida podamos imaginar: desde los OVNI a los bulos sobre judíos o chinos. Una historia, una teoría, pues, simplemente ridícula o, si se quiere, netamente religiosa.

Sin embargo Eastwood, en la línea de “Million Dollar Baby”, no duda en huir de la oposición entre Estado y familia: tan del gusto de los meapilas patrios. En realidad tanto el Estado como la familia pueden ser una farsa colosal, una trampa mortal que se traga a las personas y las despoja de dignidad. Igualmente, no duda Eastwood en dar un retrato sin piedad acerca de algunos tipos sociales bastante habituales, en ocasiones ensalzados, que son despreciables: el de las personas superficiales o promiscuas. Estamos ante todo un conservador. Un conservador que, pese a sus reiteraciones, no deja de transmitir grandes inquietudes y, sobre todo, una elevada dosis de descreimiento.

En definitiva: “Más allá de la vida” tiene un mensaje ridículo pero unos personajes y situaciones que conmueven y divierten. Yo la recomiendo. Lo que sí no recomiendo es tomarse en serio lo que dice y acabar leyendo... a Paulo Coelho.



"Entonces la ley está loca" Harry Callahan