miércoles, 31 de agosto de 2011

La anécdota de la semana es... la muerte y últimas palabras de Dylan Thomas

Dylan Marlais Thomas pertenece al grupo de los "poetas malditos". Al igual que otros malditos, Dylan Thomas se distinguió por una vida disipada y llena de excesos. Murió con tan solo 39 años, según se supo luego, a causa de una hemorragia cerebral producto de una neumonía. Un diagnóstico tan sorprendente como el recientemente conocido respecto a la recientemente fallecida Amy Winehouse: que contra todo pronóstico no murió de una sobredosis de narcóticos. No pudieron creer que alguien que había comenzado a beber alcohol con 4 años pudiese tener otro problema de salud que el alcoholismo.

Se baraja la idea de que el doctor de Dylan Thomas, un tal Feltenstein, llevado por la reputación y actitud de Thomas, diagnosticó equivocadamente sus problemas de salud y empeoró su salud fatalmente, en consecuencia. No en vano, ante las quejas de "sentimiento de asfixia" del poeta, el médico interpretó un delirio producido por el alcoholismo: por lo que prescribió a éste tres dosis de morfina, empeorándole hasta llevarle finalmente a la asfixia y el coma. Una negligencia médica, antes que el alcohol, llevó a la tumba a este "maldito".

Sin embargo, acaso por seguir su línea "maldita", las últimas palabras que se atribuyen a Dylan Thomas no podrían ser más acusadoras: "He bebido 18 vasos de whisky, creo que es todo un record".



"¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar!" Charles Baudelaire.

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