El lunes llegó a su fin una de las series más esperadas de los últimos tiempos: "The Pacific". Esta serie, que es la más cara de la historia, constituye una mezcla de tragedia y género bélico que a muchos ha decepcionado por diversas razones.
"The Pacific" fue llevada a cabo por los mismos que hicieron "Band of brothers" y se hizo mucha publicidad de esto. Esto resulta problemático porque respecto a aquella serie hubo un cambio que resta importancia a que la serie fuese obra del mismo equipo: el de la base sobre la que se realizaron los guiones. La serie de 2001 fue realizada fundamentalmente sobre las novelas de Stephen Ambrose acerca de la Segunda Guerra Mundial (Ambrose, quien murió en 2002, de hecho participó en la elaboración de los guiones de "Band of brothers") por lo que los trabajos se realizaron en una línea muy clara. Clara, además, en la medida en que Ambrose evidentemente escribía como narrador y no como protagonista. Por contra, la base fundamental sobre la que se elaboraron los guiones de "The Pacific" son las autobiografías de dos marines (Robert Leckie y Eugene Sledge) a la que se añaden otras historias (como la de John Basilone). El resultado de esta diferencia es que lo que en una eran claridad y familiaridad en la otra se convirtió aparentemente en un permanente desfile de desconocidos. Algo que por fuerza hace perder relevancia y tensión a las diversas batallas que se van mostrando a lo largo de la serie. Puesto que en "Band of brothers" se hacía sentir realmente la pérdida de los personajes. En la serie de 2001 toda la historia giraba alrededor de los miembros de la Compañía Easy, que estaban casi toda la serie en un mismo tiempo y espacio, que simplemente se iban turnando como "narradores" y protagonistas principales de cada episodio. En cambio, en "The Pacific" se nos presentan sucesivos grupos de protagonistas (algunos desconocidos entre sí durante toda la serie) de distintas unidades y que salvo en cuatro capítulos no están en el mismo lugar. Y por esto no extrañará decir que en "The Pacific" los capítulos "más bélicos", justo al contrario que en "Band of brothers" se nos antojen más bien regulares. ¿A qué se puede deber esto?
Los dos primeros capítulos, sobre la batalla de Guadalcanal, son aceptables y tienen algún momento que pone la carne de gallina (cuando John Basilone coordina y protagoniza la defensa, al final casi en solitario, de varios puestos de ametralladoras que están siendo simultáneamente asaltados por centenares de japoneses). Luego, el tercer capítulo, que es uno de los que no tienen escenas de batalla, es francamente bueno: en el que se nos muestra la vida ociosa de unos soldados que han pasado por el infierno de Guadalcanal en una ciudad amiga como Melbourne. Los inevitables romances que se dan no son tópicos ni se cae en la pura vulgaridad en la que semejantes historias a veces se plantean. Sin embargo a partir del cuarto capítulo algo parece torcerse. Las historias de los principales protagonistas hasta ese momento se separan y en todos los capítulos siguientes (con la excepción de los dos últimos) se dan cambios muy bruscos y muy relevantes. Se dedican nada menos que tres capítulos a la batalla de Peleliu y en esta desaparecen (Robert Leckie y otros; algunos sin demasiadas explicaciones) varios personajes que en los primeros capítulos eran protagonistas mientras aparecen otros nuevos. Algunos de esos nuevos personajes como el sargento de instrucción veterano de la primera guerra mundial o el ratero de Nueva Orleans metido a marine están bien, pero la mayoría, incluído el nuevo protagonista central de la historia (Eugene Sledge), rayan la irrelevancia (no ayuda el horroroso doblaje castellano en esto: por supuesto esta serie, como la por ahora soberbia Treme, debe verse en V.O). Para el recuerdo, sin embargo, queda una escena en que en plena "batalla de ratas" contra los japoneses los marines reciben la noticia de la muerte de uno de sus oficiales (un tipo muy querido y respetado) y el cadáver de éste pasa entre ellos parándose ante él, algunos llorando, para saludarle militarmente. Luego de esto, el antepenúltimo capítulo se centra de nuevo en John Basilone (que había vuelto a EEUU en el tercer capítulo para vender bonos de guerra), su vida personal y su participación en Iwo Jima. En mi opinión esta digresión le resta cohesión a la serie pues en un solo capítulo se nos presentan muchos personajes nuevos sin que esto tenga mucho provecho pues la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos hace que las (espectaculares) escenas de batalla en Iwo Jima sean, con diferencia, las que menos impacto tienen de toda la serie puesto que sólo sabemos quién es Basilone: el resto ni nos van ni nos vienen. La historia de amor que se plantea al principio del episodio, además, es, a diferencia de la protagonizada por Leckie en el tercer capítulo, un compendio de topicazos sumamente predecibles (por cierto: deberían mirarse los del casting de series esa costumbre suya de contratar para papeles de época a mujeres con rostros tan llamativamente "modificados" por el bisturí y el botox). En los dos últimos capítulos se dan dos buenos episodios. El penúltimo nos da una imagen negra, negrísima, de la batalla de Okinawa: donde es escasísima la diferencia que media entre seguir con vida o morir y son dramáticas las consecuencias de las más pequeñas acciones (este capítulo contiene alguna de las escenas más salvajes que haya visto en mi vida: no apto para personas sensibles). El último episodio presenta algo que no se había mostrado en "Band of brothers": el enfrentamiento con la realidad de la vida civil. Tanto en este, como el ya mencionado capítulo tercero, se ve a la serie subir a grandes alturas. Porque en estos capítulos se reflejan las relaciones humanas desde una perspectiva muy realista y sincera: tanto las juergas alcohólicas como un simple viaje en tren con unos amigos se presentan muy bien, sin estridencias, y siendo así resulta muy fácil verse reflejado en ellas. Así, por ejemplo, en el tren de regreso al hogar, uno de los protagonistas, cuya unidad se había quedado rezagada limpiando el campo de combate de Okinawa, dice: "nosotros volvemos en 1946 y no nos dan ni una cerveza gratis". Se transmite muy bien, en definitiva, el espíritu de la juventud y, al final, el terrible precio que se cobra sobre ella la guerra. Porque, sin ir más lejos, en el primer capítulo de la serie los reclutas afirmaban estar preparados para matar a miles de japoneses pero ya en el tercero, tras la matanza de Guadalcanal, los mismos escuchan sin interés a los niños australianos que les preguntan a cuántos japos habían matado.
Es tan diferente "The Pacific" respecto a "Band of brothers" que su comparación resulta, siendo justos, imposible. Una diferencia que sólo puede ser deliberada. "Band of brothers" era un "Objetivo Birmania" (una película, por cierto, simplemente excepcional) de nueve-diez horas de duración en que el grupo de compañeros lo es todo mientras que "The Pacific" aspira a contar otras cosas y en el que la épica se vende muy cara e, incluso, se relega a un plano secundario. A cada uno agradará más el enfoque de una u otra, simplemente. Como serie bélica, entonces, "The Pacific" deja mucho que desear mientras que como serie dramática es superior a "Band of brothers" y toca muchos más palos. Una mayor profundidad que curiosamente también distinguió a "La delgada línea roja" respecto a "Salvar al soldado Ryan" (película respecto a la cual "Band of brothers" se puede calificar como "prolongación seria"). Qué decir de la mediocre doble aproximación de Clint Eastwood al tema de Iwo Jima. Puede que una explicación para estas diferencias radique en la naturaleza del enemigo contra el que se combatía en el Pacífico.
El carácter del soldado japonés, así como la determinación de sus mandos y táctica acabaron obligando a los norteamericanos a un tipo de lucha basado en la búsqueda y exterminio del enemigo: un tipo de guerra especialmente desmoralizador y para el que el ejército de ciudadanos de una democracia, como se mostraría luego en Vietnam, simplemente no está preparado. Esta lucha conmocionó a una generación de norteamericanos a un nivel superior que otras carnicerías (menos intensas aunque mucho mayores) como las que sufrieron los aliados en la liberación de Europa. Puede que esto simplemente se haya trasladado al cine. Puede que combatir a un enemigo fanático en un espacio muy reducido traumatice mucho más que luchar en campo abierto contra un enemigo que considera honrosa una rendición a tiempo. Puede que, en fin, por eso en el último caso se pueda hacer épica y en el otro más bien tragedia. Y en el género trágico debe encuadrarse "The Pacific" y no en el de hazañas bélicas. Una vez que se acepta eso se puede decir, creo que sin lugar a demasiadas dudas, que "The Pacific" es una muy recomendable pieza de arte en la que el protagonista, por encima de todo, es el hombre y no la guerra.
El carácter del soldado japonés, así como la determinación de sus mandos y táctica acabaron obligando a los norteamericanos a un tipo de lucha basado en la búsqueda y exterminio del enemigo: un tipo de guerra especialmente desmoralizador y para el que el ejército de ciudadanos de una democracia, como se mostraría luego en Vietnam, simplemente no está preparado. Esta lucha conmocionó a una generación de norteamericanos a un nivel superior que otras carnicerías (menos intensas aunque mucho mayores) como las que sufrieron los aliados en la liberación de Europa. Puede que esto simplemente se haya trasladado al cine. Puede que combatir a un enemigo fanático en un espacio muy reducido traumatice mucho más que luchar en campo abierto contra un enemigo que considera honrosa una rendición a tiempo. Puede que, en fin, por eso en el último caso se pueda hacer épica y en el otro más bien tragedia. Y en el género trágico debe encuadrarse "The Pacific" y no en el de hazañas bélicas. Una vez que se acepta eso se puede decir, creo que sin lugar a demasiadas dudas, que "The Pacific" es una muy recomendable pieza de arte en la que el protagonista, por encima de todo, es el hombre y no la guerra.
"Su espada el audaz desenvaina sin temor y se bate por su patria con honor" Robert Leckie.
Un artículo muy bueno. Y aciertas en que el protagonista es el hombre y la superación del hombre ante el horror. Quizás ahí resida la difuminación entre los personajes, porque el protagonista es el HOMBRE no el hombre. A mí todavía me queda mucho por ver...pero coincido (por lo que llevo visto) con lo que dices...
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