lunes, 17 de enero de 2011

Una curiosidad HOMBRES (1950)

Marlon Brando en un momento de la película

Quizás no sea una de las películas más conocidas de Marlon Brando, y seguramente no es la mejor, pero sin duda HOMBRES está cargada de una profundidad humana innegable. Dirigida por Fred Zinnemann y protagonizada por (además de Marlon Brando) por Teresa Wright (conocida por entre otras películas como La Sombra de una Duda), nos invita a hacer una reflexión sobre nuestra propia naturaleza humana y como ésta responde ante una situación límite y desesperada. Pero sobre todo, lo poco preparados que estamos para aceptar la deformidad y la mutilación en nosotros mismos, y en los demás.


El director en esta película además, pretende denunciar el trato que las autoridades y la propia sociedad norteamericana dispensaron a esos “veteranos de guerra” que a su regreso debían enfrentarse en la más absoluta soledad a su recuperación/regeneración, quedando en muchos casos imposibilitados para desarrollar su vida con total independencia y libertad. La hipocresía de una sociedad que envió a muchos de sus jóvenes a una cruenta guerra, y que a su regreso (gravemente heridos o mutilados) los relega al ostracismo más absoluto y a la invisibilidad social.


El personaje encarnado por Marlon Brando (Ken) es sin duda el que mejor refleja todo esto; deportista de élite en la Universidad, una vez de regreso mutilado es incapaz de reconocerse y de aceptarse a sí mismo llegando a sentir auténtica vergüenza de su propio cuerpo. Entiende que su vida ha quedado truncada y desea alejar a Ellen (Teresa Wright) su prometida de su vida para evitarle sufrimiento y liberarla del compromiso de cargar con un mutilado el resto de su vida.


A pesar de ello Ellen se niega a abandonar a Ken en ese hospital de “veteranos”, pero Ken una vez que acepta verla, no puede dejar de entender en sus ojos que en lugar de haber amor, hay piedad. Los propios padres de Ellen que antes apoyaron el compromiso y además alentaron a Ken a marcharse a la guerra, ahora lo rechazan e insisten a su hija para que lo abandone a su suerte.


Pero en los aledaños de esta historia que se puede considerar la trama principal aparecen una serie de historias que no hacen más que insistir en la miseria humana que se esconde detrás de la corrección burguesa de la sociedad norteamericana de aquellos años (que perfectamente se podría aplicar a nuestras sociedades actuales) que insisten en esconder los molesto y lo feo debajo de la alfombra.


La interpretación de Marlon Brando es sin duda brillante y sobrecogedora, reflejando el dolor , la soledad y la desesperación de una forma estremecedora. Son también de relevancia las interpretaciones de Everett Sloane (Dr.Brock), Richard Erdman (Leo)o Jack Webb (Norm) y por supuesto en la ambientación juega un papel importante Dimitri Tiomkin el responsable de la fabulosa banda sonora.


Pero a pesar de las historias dramáticas que refleja, esta película quiere transmitirnos varios mensajes positivos, en primer lugar que hay siempre gente excepcional, y en segundo lugar que sea como sea intentemos disfrutar de las pequeñas oportunidades que nos brinda la vida.


Por ello, en esas tardes caseras en las que no tengáis muy claro que hacer os recomiendo que hagáis un pequeño hueco a esta película poco conocida por el gran público pero sin duda verdaderamente interesante para hacer una profunda reflexión sobre la hipocresía, el mundo de las apariencias y el abandono que muchas veces sufren aquellas personas que por una causa u otra se ven obligadas a sufrir algún tipo de discapacidad.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Felices fiestas


El equipo redactor de Ecos y Espejos les desea a sus más que fieles lectores unas felices vacaciones de invierno. Esperamos también que el nuevo año les proporcione a todos las alegrías y buenas noticias que en nuestra España tan poco abundan últimamente. Aquí seguiremos el año que viene dedicándoles con cuentagotas estas pequeñas reflexiones y experiencias acerca del cine y la literatura que, esperemos, les gusten.

¡Felices fiestas!

Celia Fernández Alvariño

Isidoro Lamas Insua

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cine autoritario: Ciudad de Dios y Tropa de Elite

Posiblemente Tropa de Elite y Ciudad de Dios sean dos de las mejores películas que he visto. Ambas son brasileñas y ambas versan sobre lo mismo: las relaciones de poder.

En "Ciudad de Dios" el protagonista es un joven negro (Buscapé) que vive en la fabela "Ciudad de Dios" y que lucha por salir de la miseria. Como no siente inclinación por dañar a sus semejantes, Buscapé no puede sino temer a sus vecinos criminales. No puede trabajar ni ejercer de criminal. Un inocente, un "mirón", en tierra de monstruos que terminará por ser fotógrafo oficial de la banda criminal que domina la fabela. Su historia, entre lo trágico y lo cómico, se establece aparentemente como la base de la película pero es sin duda lo menos interesante. Buscapé en realidad es un mero instrumento narrativo de la verdadera trama: la del auge, decadencia y caída de Zé Pequeño.

El delincuente Zé Pequeño se propone hacerse el dueño de Ciudad de Dios, caiga quien caiga, acompañado de un amigo, Bené, que tiene un carácter más compasivo. Mientras que Zé Pequeño se pregunta por qué ha de tolerar competencia en "su" fabela, Bené intenta por todos los medios convencerle de que sea tolerante. Sea como fuere, Ciudad de Dios termina por caer en poder de la banda de Zé Pequeño y en la fabela de Zé Pequeño (asesino, ladrón y violador) "nadie roba ni viola a nadie". 

Por otra parte se refleja, a medio camino de la delincuencia, a unos muchachos de clase media que durante la película son denominados insistentemente como "pijos". Éstos, que van a la fabela a por drogas, terminan por verse reducidos a la delincuencia para obtener su dosis de drogas. Una prueba muy clara de que es la dinámica criminal de la fabela, la anarquía, y no tanto sus habitantes, la base del crimen. Unos pocos malvados, con impunidad, pueden convertir cualquier lugar en un infierno y a quienes viven a su alrededor en meros fantasmas.

El imperio de Zé Pequeño, quien había hecho un trato con el mismo Diablo para obtener poder, acaba desmoronándose patéticamente tras dar éste rienda suelta a sus caprichos una vez se ve sin el consejo de Bené, una vez se ve sin límites. Como siempre, los hechos aparentemente más nimios pueden desencadenar la caída de los intocables.

En "Tropa de Elite" los protagonistas son policías. Uno de ellos (capitán Nascimento) está al mando de un pelotón del BOPE mientras que los otros dos (André y Neto) son policías del montón que han de luchar con la incomprensión y corrupción de sus mandos. La acción se centra en Río de Janeiro, meses antes de una hipotética visita del Papa Juan Pablo II a Brasil. Y como el Papa decide dormir en un barrio pobre el BOPE recibe la orden de "limpiar" la zona de bandas armadas y delincuentes. Esta "caza del hombre", que a muchos seguramente impactó, se ha visto reproducida en la realidad recientemente.

Igual que en "Ciudad de Dios" existe una trama colateral que se encarga de "los pijos". Sin embargo en "Tropa de Elite" cobra mucha importancia. Vemos a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que tienen montada una ONG en una fabela controlada por un "comando" de pandilleros. Los pijos estudiantes dicen que su presencia es tolerada porque los delincuentes de la zona tienen "conciencia social"; la realidad es que les emplean como camellos en los ambientes pijos a los que ellos no pueden llegar. André, que estudia Derecho, coincide en la universidad con esos pijos solidarios. Y es en este punto en que "Tropa de Elite" hace su propuesta más arriesgada, y relevante: dar cuenta de la hipocresía y completa irrealidad en que viven las clases altas y los académicos. Porque mientras en los barrios pobres la vida humana no vale nada y el mundo parece precipitarse a un apocalipsis de violencia y anarquía en la facultad de Derecho a la que acude André se discute sobre la excesiva violencia de la policía y su participación en un "Estado represor". André, que al principio intenta ocultar su condición de policía, terminará por detestar profundamente a sus compañeros de estudios por su debilidad e hipocresía. Para él no son más que unos "malditos burgueses".

En la comisaría, André y Neto comprobarán cómo sus superiores viven de un juego macabro, y estadístico, de mantenimiento de las apariencias (en la colosal The Wire se daba buena cuenta de este tipo de lacras). Desesperados, y amenazados de muerte por desafiar la corrupta red de sus superiores, Neto y André entran en el BOPE. Un cuerpo de fuerzas policíaco-militares que visten de negro y excluye de entrada a los policías con historiales de corrupción. Los "calaveras", como se hacen llamar, parecen un grupo de soldados fanáticos. Como parecen contar con "carta blanca" constituyen una fuerza terrible, por momentos aniquiladora. Odian a los delincuentes y a los policías "normales" casi por igual. Para el capitán Nascimento la lucha contra el crimen depende fundamentalmente de la voluntad de erradicarlo. Un acto de fe para el que la que la ley o los escrúpulos morales no son sino algo inútil. Y este impulso exterminador pasa factura a Nascimento, que busca dejar el BOPE antes de perder definitivamente la razón y, de paso, a su familia.

Para mí "Ciudad de Dios" y "Tropa de Elite" constituyen un caso digno de estudio. Por su crudeza y la paupérrima situación social que documentan pasan por ser "cine de denuncia". Algo que, claro, se confunde usualmente con ser progresista o transmitir un mensaje izquierdista. Un mensaje que, por el signo de los tiempos, como es sabido, pasaría por ser completamente legítimo. Pero ocurre que ni "Ciudad de Dios" y "Tropa de Elite" son, en realidad, esa clase de películas. Ambas, y especialmente "Tropa de Elite", son alegatos muy crudos a favor de la represión policial o, cuando menos, acerca de la necesidad de "ajustar" la ley del más fuerte. Con la paz o la libertad reducidos a objeto de concesión por parte de los poderosos parece deseable un mundo en que la ley en sí misma sea poderosa antes que justa. O lo que es lo mismo: allí donde no existe el orden no caben los valores y garantías del "Estado burgués". Una denuncia que, como dije antes, en "Tropa de Elite" es explícita. Porque si en "Ciudad de Dios" los asesinatos y crueldades se suceden ante la cámara como si de un documental sobre la selva se tratase en "Tropa de Elite" las transgresiones del BOPE se presentan sin un atisbo de crítica, incluso se presentan como heroicas. 

Con respecto a estas dos películas no estamos, pues, ante una parodia del fascismo como fue la criticadísima Starship Troopers de Paul Verhoeven, sino en realidad ante una apología del Estado autoritario. Una apología, en todo caso, que se debe comprender. Pero esa comprensión no procederá, desde luego, de quienes quieren ver en estos filmes un mero lamento por la pobreza, de quienes creen que los ideales y buenas intenciones pacifican y liberan de la opresión. No. Incluso la más antigua de las democracias no puede proceder con contemplaciones ante esa clase de crimen que sustituye la sociedad por un conglomerado de intereses criminales. Llega un momento en que ya no basta con meter todo bajo la alfombra. Estamos, pues, ante un cine muy valiente pero que representa ideas mucho más audaces, y peligrosas, que las que, al parecer, muchos han extraído de estas películas.




"Las nociones de rectitud e ilicitud, justicia e injusticia, no tienen lugar en la guerra." Thomas Hobbes.

jueves, 2 de diciembre de 2010

De profundis.


«Detrás de la alegría y la risa, puede haber una naturaleza vulgar, dura e insensible. Pero detrás del sufrimiento, hay siempre sufrimiento. Al contrario que el placer, el dolor no lleva máscara.»


De profundis es sin duda una de las obras más fascinantes si se quiere conocer de primera mano quien era Oscar Wilde. Es un testimonio escrito en forma de larga epístola que sin duda lo aleja de su imagen frívola y deslenguada y nos muestra a un hombre con un profundo pesar y dolor.


Esta larga carta la escribió Wilde en 1891 durante su estancia en la cárcel de Reading donde cumplía condena por "comportamiento indecente y sodomia", acusaciones realizadas por el padre de su joven amante, a quien va dirigida la epístola, Lord Alfred Douglas.


Fue publicada cuatro años después de la muerte de Oscar Wilde de la mano de su fiel amigo Robert Ross. Mientras estuvo en la cárcel no pudo enviarla a su destinatario, por lo que le confió a Robert Ross dos copias y una de ellas iba dirigida a Alfred Douglas quien negó siempre haberla recibido.


Para aquellos que en esta gélidas tardes o noches de invierno se quieran sumergir en una lectura tierna, con momentos soberbios nada mejor que esta expresión en carne viva del dolor, la traición y el amor más sincero.


Plagado de brillantes reflexiones sobre la vida, el amor, la amistad, la fidelidad, la religión..que nos acercan a la vida y obra de Oscar Wilde de forma más clara y sincera que ninguna otra obra o biografía sobre este autor tan fascinante.


"Pero los que vivimos en la carcel, y en cuyas vidas no hay mas acontecimiento que la pena, tenemos que medir el tiempo por espasmos de dolor y el registro de los momentos amargos. No tenemos otra cosa en que pensar. El sufrimiento -por curioso que esto pueda parecerte- es el medio por el que existimos, y es el unico medio por el que somos conscientes de existir; y el recuerdo del sufrimiento en el pasado nos es necesario como garantia, evidencia, de nuestra identidad continuada. Entre yo y el recuerdo de la alegria hay un abismo no menos profundo que entreyo y la alegria en su inmediatez".


"En la vida no hay verdaderamente cosa pequena ni grande. Todas las cosas on del mismo valor y del mismo tamano".


"Voy a empezar diciéndote que me culpo terriblemente.Aquí sentado en esta celda oscura, vestido de presidiario, infamado y hundido, me culpo. En las noches de angustia perturbadas y febriles, en los días de dolor largos y monótonos, es a mí a quien culpo. Meculpo por dejar que una amistad no intelectual,una amistad cuyo objetivo primario no era la creación y contemplación de cosas bellas, dominara enteramente mi vida. Desde elprimer momento hubo demasiada distancia entre nosotros".

martes, 16 de noviembre de 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Pablo Neruda.

Poema XVIII

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

Se descine la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.
Solo.

A veces amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

Extraído de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada".

jueves, 28 de octubre de 2010

La red social



Muchas películas, muchos directores, se aproximan a los malvados de su historia como quien contempla a un demonio enviado desde el infierno. Meros ejecutores automáticos de lo que les dicta su naturaleza malvada, aparecen siempre en contraste con personajes buenos sin demasiados matices. En "La red social", de David Fincher, los malvados que aparecen son simplemente gente con intereses, como cualquiera de nosotros. El mal es banal. El mal es dejar de prestar consideración a tus amigos, el silencio a quien espera tu confianza y, por supuesto, el engaño sobre esto o aquello en cuestiones aparentemente sin importancia. Es el cinismo. No hay necesidad de cuernos y rabo u hordas de oscuros servidores: el Diablo camina entre abogados.

Lo cierto es que tras ver la película de Fincher a uno se le pasa por la cabeza borrarse de Facebook. Porque quien ha creado el invento, según el filme, es una persona sin escrúpulos: un amoral. Una persona que nos encontramos en muchos ámbitos, por otra parte. Se trata del clásico individuo que sin llegar a ser solitario sí es incapaz de conectar con nadie y, en cierto modo, sabotea sus propias relaciones con los demás para "ir a su aire". Un informático que, por lo demás, en un momento y lugar diferentes a los EEUU del 2003 sería un potencial fracasado. Pero ya se sabe: los astros a veces se alinean de forma siniestramente favorable a esos fracasados.

La red social narra la historia desde tres puntos de vista, fundamentalmente: el del propio creador de Facebook (Mark Zuckerberg), el de quien se creía su mejor amigo (Eduardo Saverin) y fue financiador inicial del proyecto y finalmente el del grupo de estudiantes ricos de Harvard que encargaron a Zuckerberg el crear una red social para sentirse luego estafados. El más interesante, bajo mi punto de vista, es el de Eduardo Saverin: una persona ambiciosa pero honesta que se ve terriblemente traicionada, y desplazada, por un Zuckerberg que decide asociarse con el creador de Napster Sean Parker. Es interesante el punto de vista de Eduardo porque todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido traicionados, poco a poco, por las personas que creíamos de confianza. Al personaje de Saverin su amigo Zuckerberg le hace tragar poco a poco el veneno de su traición. Saverin, incrédulo, caerá en todas y cada una de las emboscadas que le tienda su amigo. Cuando finalmente toma conciencia del alcance de la estafa de que fue víctima su reacción todavía busca una reacción en el gélido Zuckerberg. Quiso ver en Zuckerberg un amigo, hasta el final: su engaño fue total. No hay pactos entre leones y hombres.

La persona que Fincher sugiere que es Zuckerberg podría resultar fascinante por su naturaleza maquiavélica. Algo que ocurría con Michael Corleone en la trilogía de El Padrino y con tantos otros malvados del cine. Sin embargo en Zuckerberg tenemos, en realidad, a un don nadie bastante poco admirable. Pero en la era de Internet, tal y como estamos viendo estos días, los héroes no son caballeros de reluciente armadura.

La revolución de Internet no es diferente, al final, de otras tantas. Las características de los emprendedores en los sectores de actividad económica suelen ser similares a las de Zuckerberg. Algo lógico dado que los nuevos procesos económicos necesariamente preceden a cualquier legislación y la lucha por la cuota de mercado es, en consecuencia, relativamente brutal. Y así se muestra en la película: donde Zuckerberg mediante tretas legales, abogados y oportunas lecturas acerca de los vicios de quienes le rodean consigue quedarse con todo y ser el indiscutible dueño de Facebook. Pero la diferencia del caso de Zuckerberg es que todo eso lo consigue sin apenas mancharse las manos: algo que le diferencia de los barones ladrones de las nacientes industrias del acero, los ferrocarriles o el petróleo. Y he ahí la diferencia respecto a un Michael Corleone o al despiadado Daniel Plainview, genialmente interpretado por Daniel Day-Lewis, de "Pozos de ambición". El componente físico, torcidamente heroico, de la construcción de los antigüos emporios económicos se desvanece y es sustituído por estrategias legales en forma de e-mail. Como diría Arturo Pérez-Reverte, ahora la pugna por el control de industrias en expansión es una mariconada. Y algo en nuestro interior, algo acaso salvaje, nos dice que es verdad: que Michael Corleone es un tipo listo que busca proteger a su familia (otro elemento ausente en Zuckerberg) mientras que el creador de Facebook es un hijo de puta. Se trata de turbocapitalismo.

Zuckerberg, evidentemente, no mata a nadie. Pero sin embargo se trata de alguien aterrador, en cierto modo, porque se trata, según la película de Fincher, de esa clase de personas que saben leer perfectamente los puntos débiles de los demás y van siempre una jugada o dos por delante de tí. Un personaje despreciable que me recordó mucho al Freddie Miles, interpretado por Philip Seymour Hoffman, de "El talento de Mr. Ripley": un personaje cínico y amoral que veía transparente al personaje de Ripley. Y el Zuckerberg de La red social sin duda ve transparentes a las personas y las manipula con el mismo cargo de conciencia que el científico que experimenta con ratas. 

La red social es la película más conmovedora, en lo trágico, que se ha realizado en bastante tiempo. Es un contundente golpe en el estómago. Zuckelberg, por su parte, es el villano más indignante llevado al cine, también, en mucho. Si la váis a ver saldréis del cine, seguramente, con remordimientos por estar en Facebook. Se trata, en definitiva, de la critica al capitalismo salvaje más elocuente realizada en el cine hasta la fecha: sin moralina en vena ni intenciones ideológicas groseras. Os la recomiendo encarecidamente.







"La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres mas viles: por eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse". Jonathan Swift.