viernes, 24 de diciembre de 2010

Felices fiestas


El equipo redactor de Ecos y Espejos les desea a sus más que fieles lectores unas felices vacaciones de invierno. Esperamos también que el nuevo año les proporcione a todos las alegrías y buenas noticias que en nuestra España tan poco abundan últimamente. Aquí seguiremos el año que viene dedicándoles con cuentagotas estas pequeñas reflexiones y experiencias acerca del cine y la literatura que, esperemos, les gusten.

¡Felices fiestas!

Celia Fernández Alvariño

Isidoro Lamas Insua

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cine autoritario: Ciudad de Dios y Tropa de Elite

Posiblemente Tropa de Elite y Ciudad de Dios sean dos de las mejores películas que he visto. Ambas son brasileñas y ambas versan sobre lo mismo: las relaciones de poder.

En "Ciudad de Dios" el protagonista es un joven negro (Buscapé) que vive en la fabela "Ciudad de Dios" y que lucha por salir de la miseria. Como no siente inclinación por dañar a sus semejantes, Buscapé no puede sino temer a sus vecinos criminales. No puede trabajar ni ejercer de criminal. Un inocente, un "mirón", en tierra de monstruos que terminará por ser fotógrafo oficial de la banda criminal que domina la fabela. Su historia, entre lo trágico y lo cómico, se establece aparentemente como la base de la película pero es sin duda lo menos interesante. Buscapé en realidad es un mero instrumento narrativo de la verdadera trama: la del auge, decadencia y caída de Zé Pequeño.

El delincuente Zé Pequeño se propone hacerse el dueño de Ciudad de Dios, caiga quien caiga, acompañado de un amigo, Bené, que tiene un carácter más compasivo. Mientras que Zé Pequeño se pregunta por qué ha de tolerar competencia en "su" fabela, Bené intenta por todos los medios convencerle de que sea tolerante. Sea como fuere, Ciudad de Dios termina por caer en poder de la banda de Zé Pequeño y en la fabela de Zé Pequeño (asesino, ladrón y violador) "nadie roba ni viola a nadie". 

Por otra parte se refleja, a medio camino de la delincuencia, a unos muchachos de clase media que durante la película son denominados insistentemente como "pijos". Éstos, que van a la fabela a por drogas, terminan por verse reducidos a la delincuencia para obtener su dosis de drogas. Una prueba muy clara de que es la dinámica criminal de la fabela, la anarquía, y no tanto sus habitantes, la base del crimen. Unos pocos malvados, con impunidad, pueden convertir cualquier lugar en un infierno y a quienes viven a su alrededor en meros fantasmas.

El imperio de Zé Pequeño, quien había hecho un trato con el mismo Diablo para obtener poder, acaba desmoronándose patéticamente tras dar éste rienda suelta a sus caprichos una vez se ve sin el consejo de Bené, una vez se ve sin límites. Como siempre, los hechos aparentemente más nimios pueden desencadenar la caída de los intocables.

En "Tropa de Elite" los protagonistas son policías. Uno de ellos (capitán Nascimento) está al mando de un pelotón del BOPE mientras que los otros dos (André y Neto) son policías del montón que han de luchar con la incomprensión y corrupción de sus mandos. La acción se centra en Río de Janeiro, meses antes de una hipotética visita del Papa Juan Pablo II a Brasil. Y como el Papa decide dormir en un barrio pobre el BOPE recibe la orden de "limpiar" la zona de bandas armadas y delincuentes. Esta "caza del hombre", que a muchos seguramente impactó, se ha visto reproducida en la realidad recientemente.

Igual que en "Ciudad de Dios" existe una trama colateral que se encarga de "los pijos". Sin embargo en "Tropa de Elite" cobra mucha importancia. Vemos a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que tienen montada una ONG en una fabela controlada por un "comando" de pandilleros. Los pijos estudiantes dicen que su presencia es tolerada porque los delincuentes de la zona tienen "conciencia social"; la realidad es que les emplean como camellos en los ambientes pijos a los que ellos no pueden llegar. André, que estudia Derecho, coincide en la universidad con esos pijos solidarios. Y es en este punto en que "Tropa de Elite" hace su propuesta más arriesgada, y relevante: dar cuenta de la hipocresía y completa irrealidad en que viven las clases altas y los académicos. Porque mientras en los barrios pobres la vida humana no vale nada y el mundo parece precipitarse a un apocalipsis de violencia y anarquía en la facultad de Derecho a la que acude André se discute sobre la excesiva violencia de la policía y su participación en un "Estado represor". André, que al principio intenta ocultar su condición de policía, terminará por detestar profundamente a sus compañeros de estudios por su debilidad e hipocresía. Para él no son más que unos "malditos burgueses".

En la comisaría, André y Neto comprobarán cómo sus superiores viven de un juego macabro, y estadístico, de mantenimiento de las apariencias (en la colosal The Wire se daba buena cuenta de este tipo de lacras). Desesperados, y amenazados de muerte por desafiar la corrupta red de sus superiores, Neto y André entran en el BOPE. Un cuerpo de fuerzas policíaco-militares que visten de negro y excluye de entrada a los policías con historiales de corrupción. Los "calaveras", como se hacen llamar, parecen un grupo de soldados fanáticos. Como parecen contar con "carta blanca" constituyen una fuerza terrible, por momentos aniquiladora. Odian a los delincuentes y a los policías "normales" casi por igual. Para el capitán Nascimento la lucha contra el crimen depende fundamentalmente de la voluntad de erradicarlo. Un acto de fe para el que la que la ley o los escrúpulos morales no son sino algo inútil. Y este impulso exterminador pasa factura a Nascimento, que busca dejar el BOPE antes de perder definitivamente la razón y, de paso, a su familia.

Para mí "Ciudad de Dios" y "Tropa de Elite" constituyen un caso digno de estudio. Por su crudeza y la paupérrima situación social que documentan pasan por ser "cine de denuncia". Algo que, claro, se confunde usualmente con ser progresista o transmitir un mensaje izquierdista. Un mensaje que, por el signo de los tiempos, como es sabido, pasaría por ser completamente legítimo. Pero ocurre que ni "Ciudad de Dios" y "Tropa de Elite" son, en realidad, esa clase de películas. Ambas, y especialmente "Tropa de Elite", son alegatos muy crudos a favor de la represión policial o, cuando menos, acerca de la necesidad de "ajustar" la ley del más fuerte. Con la paz o la libertad reducidos a objeto de concesión por parte de los poderosos parece deseable un mundo en que la ley en sí misma sea poderosa antes que justa. O lo que es lo mismo: allí donde no existe el orden no caben los valores y garantías del "Estado burgués". Una denuncia que, como dije antes, en "Tropa de Elite" es explícita. Porque si en "Ciudad de Dios" los asesinatos y crueldades se suceden ante la cámara como si de un documental sobre la selva se tratase en "Tropa de Elite" las transgresiones del BOPE se presentan sin un atisbo de crítica, incluso se presentan como heroicas. 

Con respecto a estas dos películas no estamos, pues, ante una parodia del fascismo como fue la criticadísima Starship Troopers de Paul Verhoeven, sino en realidad ante una apología del Estado autoritario. Una apología, en todo caso, que se debe comprender. Pero esa comprensión no procederá, desde luego, de quienes quieren ver en estos filmes un mero lamento por la pobreza, de quienes creen que los ideales y buenas intenciones pacifican y liberan de la opresión. No. Incluso la más antigua de las democracias no puede proceder con contemplaciones ante esa clase de crimen que sustituye la sociedad por un conglomerado de intereses criminales. Llega un momento en que ya no basta con meter todo bajo la alfombra. Estamos, pues, ante un cine muy valiente pero que representa ideas mucho más audaces, y peligrosas, que las que, al parecer, muchos han extraído de estas películas.




"Las nociones de rectitud e ilicitud, justicia e injusticia, no tienen lugar en la guerra." Thomas Hobbes.

jueves, 2 de diciembre de 2010

De profundis.


«Detrás de la alegría y la risa, puede haber una naturaleza vulgar, dura e insensible. Pero detrás del sufrimiento, hay siempre sufrimiento. Al contrario que el placer, el dolor no lleva máscara.»


De profundis es sin duda una de las obras más fascinantes si se quiere conocer de primera mano quien era Oscar Wilde. Es un testimonio escrito en forma de larga epístola que sin duda lo aleja de su imagen frívola y deslenguada y nos muestra a un hombre con un profundo pesar y dolor.


Esta larga carta la escribió Wilde en 1891 durante su estancia en la cárcel de Reading donde cumplía condena por "comportamiento indecente y sodomia", acusaciones realizadas por el padre de su joven amante, a quien va dirigida la epístola, Lord Alfred Douglas.


Fue publicada cuatro años después de la muerte de Oscar Wilde de la mano de su fiel amigo Robert Ross. Mientras estuvo en la cárcel no pudo enviarla a su destinatario, por lo que le confió a Robert Ross dos copias y una de ellas iba dirigida a Alfred Douglas quien negó siempre haberla recibido.


Para aquellos que en esta gélidas tardes o noches de invierno se quieran sumergir en una lectura tierna, con momentos soberbios nada mejor que esta expresión en carne viva del dolor, la traición y el amor más sincero.


Plagado de brillantes reflexiones sobre la vida, el amor, la amistad, la fidelidad, la religión..que nos acercan a la vida y obra de Oscar Wilde de forma más clara y sincera que ninguna otra obra o biografía sobre este autor tan fascinante.


"Pero los que vivimos en la carcel, y en cuyas vidas no hay mas acontecimiento que la pena, tenemos que medir el tiempo por espasmos de dolor y el registro de los momentos amargos. No tenemos otra cosa en que pensar. El sufrimiento -por curioso que esto pueda parecerte- es el medio por el que existimos, y es el unico medio por el que somos conscientes de existir; y el recuerdo del sufrimiento en el pasado nos es necesario como garantia, evidencia, de nuestra identidad continuada. Entre yo y el recuerdo de la alegria hay un abismo no menos profundo que entreyo y la alegria en su inmediatez".


"En la vida no hay verdaderamente cosa pequena ni grande. Todas las cosas on del mismo valor y del mismo tamano".


"Voy a empezar diciéndote que me culpo terriblemente.Aquí sentado en esta celda oscura, vestido de presidiario, infamado y hundido, me culpo. En las noches de angustia perturbadas y febriles, en los días de dolor largos y monótonos, es a mí a quien culpo. Meculpo por dejar que una amistad no intelectual,una amistad cuyo objetivo primario no era la creación y contemplación de cosas bellas, dominara enteramente mi vida. Desde elprimer momento hubo demasiada distancia entre nosotros".