jueves, 28 de octubre de 2010

La red social



Muchas películas, muchos directores, se aproximan a los malvados de su historia como quien contempla a un demonio enviado desde el infierno. Meros ejecutores automáticos de lo que les dicta su naturaleza malvada, aparecen siempre en contraste con personajes buenos sin demasiados matices. En "La red social", de David Fincher, los malvados que aparecen son simplemente gente con intereses, como cualquiera de nosotros. El mal es banal. El mal es dejar de prestar consideración a tus amigos, el silencio a quien espera tu confianza y, por supuesto, el engaño sobre esto o aquello en cuestiones aparentemente sin importancia. Es el cinismo. No hay necesidad de cuernos y rabo u hordas de oscuros servidores: el Diablo camina entre abogados.

Lo cierto es que tras ver la película de Fincher a uno se le pasa por la cabeza borrarse de Facebook. Porque quien ha creado el invento, según el filme, es una persona sin escrúpulos: un amoral. Una persona que nos encontramos en muchos ámbitos, por otra parte. Se trata del clásico individuo que sin llegar a ser solitario sí es incapaz de conectar con nadie y, en cierto modo, sabotea sus propias relaciones con los demás para "ir a su aire". Un informático que, por lo demás, en un momento y lugar diferentes a los EEUU del 2003 sería un potencial fracasado. Pero ya se sabe: los astros a veces se alinean de forma siniestramente favorable a esos fracasados.

La red social narra la historia desde tres puntos de vista, fundamentalmente: el del propio creador de Facebook (Mark Zuckerberg), el de quien se creía su mejor amigo (Eduardo Saverin) y fue financiador inicial del proyecto y finalmente el del grupo de estudiantes ricos de Harvard que encargaron a Zuckerberg el crear una red social para sentirse luego estafados. El más interesante, bajo mi punto de vista, es el de Eduardo Saverin: una persona ambiciosa pero honesta que se ve terriblemente traicionada, y desplazada, por un Zuckerberg que decide asociarse con el creador de Napster Sean Parker. Es interesante el punto de vista de Eduardo porque todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido traicionados, poco a poco, por las personas que creíamos de confianza. Al personaje de Saverin su amigo Zuckerberg le hace tragar poco a poco el veneno de su traición. Saverin, incrédulo, caerá en todas y cada una de las emboscadas que le tienda su amigo. Cuando finalmente toma conciencia del alcance de la estafa de que fue víctima su reacción todavía busca una reacción en el gélido Zuckerberg. Quiso ver en Zuckerberg un amigo, hasta el final: su engaño fue total. No hay pactos entre leones y hombres.

La persona que Fincher sugiere que es Zuckerberg podría resultar fascinante por su naturaleza maquiavélica. Algo que ocurría con Michael Corleone en la trilogía de El Padrino y con tantos otros malvados del cine. Sin embargo en Zuckerberg tenemos, en realidad, a un don nadie bastante poco admirable. Pero en la era de Internet, tal y como estamos viendo estos días, los héroes no son caballeros de reluciente armadura.

La revolución de Internet no es diferente, al final, de otras tantas. Las características de los emprendedores en los sectores de actividad económica suelen ser similares a las de Zuckerberg. Algo lógico dado que los nuevos procesos económicos necesariamente preceden a cualquier legislación y la lucha por la cuota de mercado es, en consecuencia, relativamente brutal. Y así se muestra en la película: donde Zuckerberg mediante tretas legales, abogados y oportunas lecturas acerca de los vicios de quienes le rodean consigue quedarse con todo y ser el indiscutible dueño de Facebook. Pero la diferencia del caso de Zuckerberg es que todo eso lo consigue sin apenas mancharse las manos: algo que le diferencia de los barones ladrones de las nacientes industrias del acero, los ferrocarriles o el petróleo. Y he ahí la diferencia respecto a un Michael Corleone o al despiadado Daniel Plainview, genialmente interpretado por Daniel Day-Lewis, de "Pozos de ambición". El componente físico, torcidamente heroico, de la construcción de los antigüos emporios económicos se desvanece y es sustituído por estrategias legales en forma de e-mail. Como diría Arturo Pérez-Reverte, ahora la pugna por el control de industrias en expansión es una mariconada. Y algo en nuestro interior, algo acaso salvaje, nos dice que es verdad: que Michael Corleone es un tipo listo que busca proteger a su familia (otro elemento ausente en Zuckerberg) mientras que el creador de Facebook es un hijo de puta. Se trata de turbocapitalismo.

Zuckerberg, evidentemente, no mata a nadie. Pero sin embargo se trata de alguien aterrador, en cierto modo, porque se trata, según la película de Fincher, de esa clase de personas que saben leer perfectamente los puntos débiles de los demás y van siempre una jugada o dos por delante de tí. Un personaje despreciable que me recordó mucho al Freddie Miles, interpretado por Philip Seymour Hoffman, de "El talento de Mr. Ripley": un personaje cínico y amoral que veía transparente al personaje de Ripley. Y el Zuckerberg de La red social sin duda ve transparentes a las personas y las manipula con el mismo cargo de conciencia que el científico que experimenta con ratas. 

La red social es la película más conmovedora, en lo trágico, que se ha realizado en bastante tiempo. Es un contundente golpe en el estómago. Zuckelberg, por su parte, es el villano más indignante llevado al cine, también, en mucho. Si la váis a ver saldréis del cine, seguramente, con remordimientos por estar en Facebook. Se trata, en definitiva, de la critica al capitalismo salvaje más elocuente realizada en el cine hasta la fecha: sin moralina en vena ni intenciones ideológicas groseras. Os la recomiendo encarecidamente.







"La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres mas viles: por eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse". Jonathan Swift.

lunes, 11 de octubre de 2010

Descanse en paz


Solomon Burke (1940-2010)

Descanse en paz

viernes, 1 de octubre de 2010

Un vistazo a la colección "Fuerzas de Élite"

Bloguzz me concedió la oportunidad de recibir los cinco primeros números de la colección de RBA "Fuerzas de élite" a condición de hacer aquí una reseña de los mismos. Una ventaja de ser blogger y, sin duda, un nuevo avance en el marketing referido a colecciones: cuya publicidad es tan habitual en televisiones y radios, como sabemos, con el comienzo del nuevo curso académico.

Para hablar de la colección "Fuerzas de élite" debemos ante todo hablar de calidad. Pues son muchas las colecciones que ofrecen productos de carácter divulgativo y, sin duda, no es el caso de esta. La colección se fundamenta en una serie de monografías sobre tropas de élite de la prestigiosísima Osprey Publishing. Una editorial que cualquiera que tenga gusto por la historia militar simplemente no puede desconocer. Las monografías de dicha editorial van de lo general a lo particular, con publicaciones de mayor o menor extensión, desde el comienzo de los tiempos documentados a los conflictos militares de la actualidad. Y semejante cobertura la alcanzan mediante el concurso de muchos y prestigiosos historiadores que ponen su pluma al servicio de las más apasionantes, y exhaustivas, historias. En dicha editorial hay "series" en las que o bien se tratan conflictos bélicos en particular, o los pormenores de una batalla en concreto o a las unidades de combate de tal o cual ejército. Este último caso es el de la colección de RBA "Fuerzas de élite".

Los cinco números que me fueron facilitados versan sobre: la Legión Española, los Marines norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial, los francotiradores, la Legión Cóndor y las S.S alemanas. Cada uno de ellos se basan en el trabajo de diferentes historiadores; una circunstancia que hace variar el enfoque que se le da a cada uno de ellos. Sin embargo, a todos es común una enorme cantidad de detalles y anécdotas desmitificadoras sumamente gratas para quienes ya hayan leído materiales más divulgativos. Aunque, eso sí, el nivel de detalle no está, en general, reñido con el interés. Un interés que se ve reforzado por el amplio abanico de fotografías e ilustraciones que pueblan todos y cada uno de los títulos que he podido leer.

A diferencia de otras colecciones, la de "Fuerzas de élite" no se basa en un producto que se ve acompañado de un añadido en forma de pequeña monografía. En este caso el producto es la monografía en cuestión. Esto lo hace un producto, como he sugerido antes, especialmente atractivo para quienes estamos interesados en la historia en general: sin necesidad de ser grandes aficionados a la historia militar específicamente. Máxime cuando no es habitual, generalmente, encontrar los títulos de Osprey en las librerías generalistas en España. Porque no somos pocos quienes conocemos las obras de Osprey exclusivamente en inglés. Ahora tenemos a nuestra disposición, gracias a RBA, una forma directa y simple de encontrar estas maravillosas monografías.

Por otra parte, el principal problema que podemos encontrar con los libros de Osprey en esta colección de "Fuerzas de élite" es que nos veamos abrumados por las secciones dedicadas a uniformes y armamento o, más especialmente, con el engorroso sistema de láminas incluído. Engorroso, digo, porque encontrándose las láminas en la mitad de la obra debemos ir hacia el final de la misma para encontrar los comentarios a las mismas. Sea como fuere la mecánica que yo recomiendo es dejar las láminas para el final tras leer el cuerpo de la monografía siguiendo el hilo principal.

La monografía, de las cinco a las que amablemente Bloguzz me ha dado acceso, que más me gustó es la referida a los Marines de la Segunda Guerra Mundial. La razón es la forma en que se nos muestra la vida dentro del USMC: a través del testimonio "novelado" de un miembro de la cuarta división de marines desde su reclutamiento e instrucción a su traslado y combate en el campo de operaciones del Pacífico. En esta monografía se conocen algunos detalles muy interesantes sobre las condiciones del servicio en los Marines y, en general, en cualquier cuerpo armado durante la Segunda Guerra Mundial. Un ejemplo: los contenedores de lanzallamas, pese a lo que se muestra en el cine, rara vez explosionaban al ser impactados por balas. Resulta también singular la enemistad este-oeste, al parecer ya tradicional, entre los Marines instruidos en California (Camp Pendleton) o en Carolina del Norte (Camp Lejeune).


Otra que me gustó mucho es la monografía dedicada a los francotiradores. Es también muy detallada y cubre las evoluciones de la óptica y los fusiles de precisión desde la guerra de independencia norteamericana a la actualidad. Se narran muchas anécdotas sobre algunos francotiradores, y su tenacidad, así como se ponen en duda algunos tópicos sobre el oficio bastante extendidos. Tópicos como que los francotiradores se apostaban en posiciones elevadas "obvias" como un campanario (especialmente brillante, en esta entrega de la colección, una lámina sobre un "pueblo tipo" de la Francia de 1944 y las localizaciones óptimas de un francotirador) o que son un oficio para buenos tiradores. En realidad,  para el oficio de francotirador son más aptos quienes tienen capacidad para el acecho y la caza mucho antes que quienes tengan buena puntería. En la monografía, además, se hace una crítica al tratamiento oficial que han recibido los francotiradores, tradicionalmente, en los ejércitos: pues rara vez se han establecido unidades estables, e independientes, de francotiradores. Este ejemplar de la colección "Fuerzas de Élite" termina afirmando, rotundo: "en el campo de batalla del futuro no será posible esconderse de un francotirador".

Por otra parte, otro ejemplar muy notable es el dedicado a la Legión Condor. Muy notable, además, por la circunstancia de que los archivos del ejército alemán referidos a esta célebre unidad fueron destruídos por un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. De ahí que el monográfico en cuestión sea especialmente valioso: pues establece teorías razonables acerca de la uniformidad y equipos a través del análisis de los documentos fotográficos disponibles sobre la unidad. Curioso el detalle de que los soldados alemanes que sirvieron como voluntarios en el bando nacional durante la guerra civil recibían en dicho ejército el grado inmediatamente superior al que ostentaban en el alemán.

Después se deben mencionar las monografías dedicadas a las S.S nazis o la Legión Española. El de la Legión muestra una buena, y pormenorizada, narración cronológica de la guerra del Rif y del enormemente valioso papel que la recién surgida Legión tuvo. Se añade también una reseña menor sobre su papel durante la guerra civil y los papeles que ha ido adoptando en los últimos tiempos. Sin embargo, de nuevo, llaman la atención las curiosas anécdotas que se mencionan. Por ejemplo: los correajes iniciales que llevaron los soldados de las primeras banderas de la Legión fueron adquiridos a los británicos en Gibraltar. La monografía dedicada a las S.S alemanas, por su parte, si bien mantiene el tono de corrección y calidad del resto de los ejemplares tiene un problema de planteamiento que lo hace un poco más incómodo de leer. Porque si bien todos los ejemplares de "Fuerzas de Élite" analizados tenían una generosa sección para analizar armas, uniformes y equipos en este dedicado a las S.S aparece directamente al principio y eso hace difícil "hincarle el diente". Sin embargo, como decía, el cuidado y detalle de los contenidos es marca Osprey: imposible de rechazar.

A los que os interese, y los que podáis, os recomiendo encarecidamente que os hagáis con las monografías que vayan saliendo. Cada ejemplar es un tesoro que vale tan solo 9,95 €. Alrededor de 70 páginas cada uno. Es de RBA, es de Osprey: horas y horas de lectura de calidad garantizada para amantes de la historia. Aprovecho para dar las gracias a Bloguzz por darme la oportunidad de leer y comentar esta interesantísima colección.



"Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad." Confucio