El pasado domingo tuvo lugar la 85 gala de los Oscar. Como viene ya siendo habitual en los últimos años, los ganadores en cada categoría fueron los adelantados por la prensa. Fueron unos Oscar muy repartidos y este vez, eso sí, todos fueron concedidos a películas. Y es que el año pasado se le concedió un buen número de galardones a éso que se llamaba "The Artist": una obra muda, un atraso con pretensiones, que fue rápidamente "copiada" (aunque lo nieguen los perpetradores) en España y ampliamente premiada en el quiero y no puedo de la gala de los Goya.
El Oscar menos discutible fue el concedido a Daniel Day Lewis por su actuación en Lincoln. Un actor que ya atesora tres Oscar y sin embargo se emocionó al recibirlo. Un actor camaleónico que escoge sus papeles (la antítesis de Nicolas Cage) y que consigue este último Oscar interpretando al exacto opuesto del racista que interpretó en "Gangs of New York": Abraham Lincoln. No obstante, no se puede olvidar el genial trabajo realizado por el siempre brillante Denzel Washington en "El vuelo", interpretando a un alcohólico.
El premio a la mejor película se lo llevó "Argo", de Ben Affleck. Una película muy notable, sí, pero dentro de una categoría de films relativamente menores. Se trata de un suspense entorno al rescate, por parte de la CIA, de unos funcionarios norteamericanos en el Teherán de los primeros tiempos de la República Islámica de Irán. Cualquiera que sepa un mínimo del incidente de los rehenes en Irán sabe, de antemano, que todo acaba bien, pero Affleck consigue crear un buen suspense. Pero la película no es más que eso, y realmente no recuerdo que se hayan concedido demasiados Oscar a películas con pretensiones tan "pequeñas" y tantos medios de producción. Esto es: a las películas que cuentan poco se les suele premiar como extravagancias, pero la cinta de Affleck dista mucho de ser una película de ese tipo: es más bien una "modesta" gran producción (45 millones de dólares de presupuesto). Personalmente, creo que el Oscar debería haber ido a parar a "Lincoln".
Al hilo de lo anterior, también me llama la atención que el Oscar al mejor guión adaptado no haya ido a parar a "Lincoln". Porque el trabajo que se hace en esta película es magnífico. Una cuestión tan absolutamente compleja como la mera disputa alrededor de la legalidad federal vs legalidad estatal en los EEUU de mediados de siglo XIX se ventila en una escena. Un monólogo del personaje de Lincoln en que Daniel Day Lewis presenta al espectador todo el complejo asunto de la emancipación de los esclavos y la polémica sobre su legalidad o ilegalidad. Fascinante trabajo de guión. De nuevo, "Lincoln" merecía este premio antes que "Argo".
El Oscar a mejor actriz fue concedido a esa "belleza por decreto" (esto es: horrible mujer apadrinada por alguien) llamada Jennifer Lawrence por su papel de desquiciada ninfómana en "El lado bueno de las cosas". Una película que, por cierto, parece un producto de marketing puro: la mezcla de "Flashdance" con una película sobre dos inadaptados que se conocen. Un Oscar al marketing.
Cuestión a parte es el Oscar a
mejor actriz de reparto: entregado a Anne Hathaway. Se piense lo que se piense de esta mujer (la clásica "enchufada" en el oficio y con una filmografía llena de "bultos sospechosos"), el trabajo que realiza en las pocas escenas en que aparece en "Los miserables" es escepcional. Simplemente por el solo que interpreta, en primer plano, con la canción
"I dreamed a dream", ya merece la estatuilla.
El Oscar al mejor director en esta ocasión de lo han dado al director de la película "rarita" de turno: Ang Lee, por "La vida de Pi". Ya saben: esa película tremendamente profunda y simbólica que la gente suele ir a ver al cine para contarle al vecino que ha ido a verla. Otro Oscar birlado a "Lincoln", pues esta estatuilla debería haber ido a parar al amigo de los niños Steven Spielberg. Aunque, eso sí, como es habitual en Spielberg "Lincoln" no esté bien rematada. Y es que, como dice el personaje de Lincoln en la propia película de Spielberg, citando a un predicador: "Haría los sermones más breves, pero cuando empiezo me da mucha pereza parar".
Me veo obligado a discutir también la elección del Oscar a mejor actor secundario. Se le concede a quien ya recibiera un Oscar a mejor actor secundario por "Malditos Bastardos": Cristhoph Waltz. Y de nuevo se le concede por interpretar un papel en una película de Tarantino... haciendo de sí mismo. Porque Waltz hace exactamente el mismo papel que en "Malditos Bastardos". Cuando todos los personajes parecen iguales es que no hay interpretación sino un paseo ante la cámara. De hecho, en los momentos en que el personaje de Waltz en "Django Desencadenado" no es un verborrágico sabelotodo con la iniciativa en la conversación (véase las conversaciones con el desquiciado personaje de Leonardo Di Caprio) parece un pez fuera del agua, un bulto. En este caso, pues, el Oscar debería haber ido a parar, de nuevo, a "Lincoln": con un Tommy Lee Jones en estado de gracia, intepretando a un filántropo-misántropo antiesclavista que nos brinda muchos grandes momentos.
Finalmente la gala de los Oscar, a parte de la intervención de la primera dama Michelle Obama, no fue una apoteosis patriótica en forma de Oscars para "Zero Dark Thirty", como lo fue hace tres años para "The hurt locker". Esperemos que Kathryn Bigelow abandone su papel de Leni Riefenstahl de las fuerzas armadas de los EEUU y haga otras cosas menos sospechosas que popularizar la tortura como método de obtención de información.
En cuanto al desarrollo de la gala, que no vi en toda su extensión por mera autoconservación cerebral (pésimos comentaristas, traducciones de risa y sobreabundancia de referencias twiteras low cost en el programa de Canal+), me pareció mucho menos vistosa que otros años. La premiada Adele, por ejemplo, interpretó su éxito "Skyfall" a media voz y con una iluminación horrible. En cuanto al presentador de la gala baste decir que este año no presentó una momia como Billy Crystal sino una marioneta. Un pelele que se llama Seth Macfarlane (creador de "Padre de Familia"). Al margen de su comentario irrespetuoso sobre los actores hispanos (un clásico en este tipo de presentadores "graciosos"), éste friki grotescamente presumido irradia prepotencia y un deformado y vampírico sentido del humor basado en la mitomanía. A ver si el año que viene presenta la gala alguien que tenga gracia de verdad. Kevin Spacey, por ejemplo.
"La única forma de saber quién es el mejor actor es que todos interpretemos a Hamlet y que el mejor sea el ganador" Humphrey Bogart