jueves, 26 de julio de 2012

Con Nolan renació Batman

Cuando supe, en el año 2004, que se estaba preparando una nueva película sobre Batman mi primera reacción fue...¿otra? Por entonces aún duraba la resaca de la última película sobre el hombre murciélago que había dirigido Joel Schumacher en 1997. Una película pésima, un mero despliegue de fuegos de artificio diversos, en la que Batman era interpretado por un apático George Clooney. Era difícil llevar a peores marcas la franquicia de Batman.

Sin embargo, la nueva adaptación de Batman no podría ser más diferente a las de Schumacher o a las dos películas dirigidas previamente por Tim Burton. Christopher Nolan parecía apostar decididamente por un nuevo enfoque, asociado a los cómics más modernos y descreídos sobre Bruce Wayne/Batman (los de Frank Miller). Un Batman con unas motivaciones y un contexto mucho más ricos y rivales menos bufonescos.

En las adaptaciones de Nolan se deja a un lado el aire carnavalesco del Batman clásico y su mundo tenebroso-colorista. Es notable que cada una de las adaptaciones de Nolan tiene una luz propia. En "Batman Begins" la película tiene un tono marrón, en "El Caballero Oscuro" el color azul predomina y en "La leyenda renace" vemos una tonalidad más clara. Las dos primeras películas, además, se rodaron en Chicago y la última en Nueva York. 

En el apartado de banda sonora, toda la trilogía comparte unas partituras similares, siendo la de "El Caballero Oscuro", en concreto, francamente buena, acoplándose de forma extraordinaria a las escenas de acción.

Nolan rehuye casi completamente los elementos menos realistas que sí estaban presentes en otras adaptaciones. Hasta el extremo de que el principal villano en "La leyenda renace", Bane, es convertido en una suerte de Darth Vader, que lleva una enorme máscara de oxígeno meramente para sobrevivir, cuando en los cómics sacaba su extraordinaria fortaleza (es el único villano que vence a Batman) de la droga venom que se autoadministraba mediante su máscara. La única excepción en la trilogía de Nolan la constituye "Batman Begins", en la que se presenta una ciudad de Gotham que no tiene mucho que ver con la que vemos en las siguientes dos películas. Desaparece la idea de una ciudad creada en torno al rascacielos de la corporación Wayne y también ese aire oriental de unos suburbios de Gotham (los Narrows) que después de Batman Begins no vuelven a aparecer ni ser mencionados.

Uno de los pocos puntos negros de la trilogía de Nolan está en el apartado femenino. Porque fracasó tanto en la elección de Katie Holmes, en "Batman Begins", como la de Maggie Gyllenhaal en "El Caballero Oscuro", para interpretar el papel de Rachel Dawes, novia de Bruce Wayne. Ambas, actrices bastante mediocres, con el añadido de que Maggie Gyllenhaal es simplemente horrible, deforme. La elección de Anne Hathaway como Catwoman en "La leyenda renace" amenazaba ruina, pero dada la fuerza y carácter del guión de su personaje su actuación no resultó tan terrible como era de esperar (la interpretación de Hathaway como Reina Blanca en el Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, por ejemplo, fue de pesadilla). Marion Cotillard, a la que toca en suerte un papel bastante mediocre, con unos cuantos kilos de más, pasa sin pena ni gloria por la última película sobre el caballero oscuro.

La última película de Nolan sobre Batman afronta en general bien el reto de mantenerse a la altura de su predecesora: "El Caballero Oscuro". El Joker, interpretado por el fallecido Heath Ledger, quedará como el mejor villano de la trilogía, con un registro chiflado-anarquista inigualable. El villano Bane resulta un tanto ridículo en comparación: no sólo por su inexplicada fuerza sobrehumana sino por su horrible doblaje, que parece incrustado en el sonido de la película y está terriblemente sobreactuado. Existe también un grave problema con el doblaje de Marion Cotillard: que tiene acento francés "a ratos" sin ser el personaje (Miranda Tate) francés. Un pequeño desastre el del doblaje.

En conjunto, la trilogía de Nolan hace una buena reflexión acerca de la naturaleza del mal y una aproximación interesante a la dualidad del papel de Batman, huyendo del maniqueísmo típico y dotando al propio Batman, y su tecnología, de un trasfondo realista. Al lado de la versión de Nolan, las de Tim Burton o Joel Schumacher parecen adaptaciones "turcas" de Batman. El director inglés ha conseguido, también, cerrar la trilogía con un gran final que a buen seguro la Warner Bros se negará, en lo posible, a que sea definitivo.



"Esta ciudad merece una criminal con más clase…y yo se lo voy a dar." el Joker

domingo, 22 de julio de 2012

Apuntes de Verano....


“El dolor pues, y todo lo que enseña, es mi mundo nuevo. Yo vivía enteramente para el placer. Rehuía el dolor y el sufrimiento de cualquier clase. Los detestaba. Estaba resuelto a no verlos en lo posible, es decir, a tratarlos como modos de imperfección. No eran parte de mi plan de vida. No tenían sitio en mi filosofía. Mi madre, que conocía la vida como un todo, solía citarme a menudo los versos de Goethe, escritos por Carlyle en un libro que le había regalado años atrás, y traducidos, me figuro, también por él:
Who never ata his bread in sorrow,
Who never spent the midnight hours
Weeping and waiting for the morrow,
He knows you not, ye Heavenly Powers.
Eran los versos de aquella noble Reina de Prusia, a quien Napoleón trató con tan grosera brutalidad, citaba en su humillación y exilio; eran versos que mi madre citaba a menudo en las tribulaciones de sus últimos años; yo me negaba en rotundo a aceptar o admitir la enorme verdad oculta en ellos. No la podía entender. Recuerdo muy bien que le decía que yo no quería comer mi pan con dolor, ni pasar ninguna noche llorando y esperando despierto un amanecer más amargo. No tenía yo ni idea de que era una de las cosas especial que los Hados me tenían reservadas; que durante un año entero de mi vida, realmente, iba a hacer poco más. Pero es así como se me ha adjudicado mi parte; y durante los últimos meses, tras las terribles luchas y dificultades, he podido comprender algunas lecciones que se ocultan en el corazón de la pena.

(De Profundis. Oscar Wilde)

lunes, 16 de julio de 2012

El Enigma del Cuervo. Un estreno controvertido.

                                       
Hace unas pocas semanas se ha estrenado en nuestro país EL ENIGMA DEL CUERVO,  una película que sin duda no ha dejado indiferente a la crítica, pero que desde mi punto de vista ha sido injustamente tratada y criticada.

Y es que la película inspirada en la vida y obra del controvertido y alabado  Edgar Allan Poe,  presenta la historia de este autor al igual que las referencias a su obra, de una manera original, pero al mismo tiempo respetuosa con sus narraciones.

La crítica sin embargo además de atacar algunos aspectos interpretativos acusa a este film de “escupir sobre la tumba de Edgar Allan Poe”, y no logro descifrar el por qué. Si las películas sobre Sherlock Holmes dirigidas por Guy Ritchie (donde Robert Downey .Jr. interpreta a Sherlock Holmes y el  Dr. Watson toma vida a manos de  Jude Law) no han recibido semejantes críticas siendo la primera película (2009) y su secuela (2012) nada respetuosas ni con las historias, ni con los personajes (un ejemplo claro es Irene Adler), no entiendo el revuelo formado por los especialistas en este caso.

En cuanto a la interpretación destacaría a John Cusack (Edgar Allan Poe) y  Luke Evans (detective Emmett Fields). El primero de ellos, hace un papel histriónico y exagerado pero no cabe duda de que el propio Edgar Allan Poe se ajustaba a ese perfil algo que viene confirmado tanto por su  vida desordenada y  su carácter un tanto atormentado (bebedor empedernido, persona irascible) y su propia muerte (que sigue envuelta en el misterio más absoluto), por lo que las críticas que en ese sentido haya recibido John Cusack no se sostienen. Por otro lado tenemos a Luke Evans, que considero que está muy asentado en su papel de inspector, aportándole un gran atractivo al personaje. Si en cambio podemos crítica señalar  respecto al aspecto interpretativo (y algo en lo que coincido con los críticos) es que quizás el duelo entre estos dos actores queda un tanto desequilibrado en cuanto a presencia y peso en la película, porque a pesar de que  Edgar Allan Poe sería el  personaje más relevante y principal a priori,  tiene un protagonismo mayor el personaje de Luke Evans (ya no sólo por su magnífica interpretación, sino también por  la presencia que tiene a lo largo de toda la historia).

El personaje femenino interpretado por Alice Eve (Emily Hamilton) poco tiene que decir es una actriz que destaca por su belleza, pero no creo que su interpretación sea demasiado meritoria al menos  desde mi punto de vista. Aunque en la segunda parte de la historia mejora sustancialmente, también porque sus desventuras ayudan a que desarrolle otros registros que no sea el de “mujer florero”.

En todo caso, la película en mi opinión merece una crítica algo más benévola, ya que si bien no podemos decir que pasará a los anales del cine,  sin duda es un film entretenido, por momentos tenebroso (ayudado esto por la fotografía) y con una historia bien configurada a raíz de las oscuros cuentos y misterios de la propia obra de Edgar Allan Poe. Y es que habiendo a lo largo de este año películas horrorosas que sin embargo han recibido buenas críticas, no entendemos porque en este caso, se le machaca de forma casi unánime por los “especialistas” a no ser por el “simpático” guiño que este filme realiza hacía el mundo de los profesionales de la crítica.

Por lo tanto hasta que llegue el estreno de alguna que otra superproducción de Hollywood (que está a punto de llegar a nuestras pantallas) y siempre que el bolsillo lo permita, nada mejor que darse un chapuzón en el Baltimore del S.XIX  una época que ha servido de inspiración para los grandes creadores y fundadores de la novela negra.
"Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza". (Edgar Allan Poe)

miércoles, 11 de julio de 2012

La Solución Final (2001)

Me gustan las obras de teatro en el cine. Esas producciones en que todo sucede en una misma habitación. No hay trampa ni cartón: todo está en el guión. Ahí muere o vive la película, en el atractivo de los personajes. En este sentido, una de mis películas favoritas es "La Solución Final" (2001).

Hablamos de una coproducción de la BBC y HBO para la televisión cuya temática es la reunión que tuvo lugar en el palacio de Wansee, Berlín, para acordar, precisamente, la solución final a "la cuestión judía". Se trata de una excepcional película del Holocausto porque no aparece ningún campo de exterminio y no aparece ningún judío pero te conmueve más que incluso si apareciesen. Porque sabiendo lo que sabemos que "la solución final" remueve las tripas contemplar la frivolidad con la que se tomó la decisión última de asumirla.

La reunión aparece organizada por el conocido personaje de Adolf Eichmann (quien muchos años después del final de la guerra sería capturado por el Mossad en Argentina y luego juzgado y ahorcado en Israel por crímenes contra la Humanidad) y presidida por Reinhard Heydrich (máximo dirigente del aparato de seguridad interna nazi por entonces y que sería ejecutado por patriotas checos en Praga, donde ejercía como "protector de Bohemia y Moravia", en un atentado apenas 5 meses después de la reunión). Eichmann interpretado por Stanley Tucci y Heydrich por Kenneth Branagh. Ambos hacen muy buenos papeles; Tucci representando a un burócrata eficiente, maquinal, y apenas humano, y Branagh representando a la perfección el papel del carnicero de Praga, con todo su cinismo y poder.

A la reunión de Wansee asisten representantes de todas las esferas de poder de la Alemania nazi. Cada uno de estos personajes tiene en común con los demás su odio radical a los judíos pero sin embargo difieren en cuanto a qué hacer con ellos. Durante casi hora y media vemos cómo se discute, al final abiertamente, cómo eliminar a los millones de judíos que se encuentran bajo el yugo nazi. Algo que a algunos de los presentes no les parece conveniente por sus convicciones conservadoras, de respeto a alguna forma de legalidad, y a otros porque están al mando del aparato económico del 3er Reich y no están dispuestos a que mano de obra esclava "aprovechable" sea exterminada dedicando para ello recursos que debieran ir al frente de guerra. Estos matices, insignificantes ante la atroz perspectiva del exterminio de todo un pueblo, llevan a algunos de los personajes a ser acusados de poco comprometidos con el nazismo y, en definitiva, el antisemitismo. 

Un caso notable es el del doctor Wilhelm Stuckart, espléndidamente interpretado por Colin Firth. Se trata del jurista co-responsable de la "Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes". Uno de los responsables, pues, de compilar los razonamientos e instrumentos para discriminar a los judíos en todas las esferas sociales alemanas de la época. Y en la película, aparece por momento siendo acusado de ser "amante de los judíos" por insistir en que exterminar a los judíos "fuera de la ley" los convertiría en mártires "y eso sería su triunfo". Asimismo, Stuckart plantea que los tribunales se colapsarán de litigios ante el exterminio de millones de alemanes. 

La mayoría de las personas tienen una vaga idea de lo que fue el nazismo en Alemania y dicha idea pasa por cierta noción de "orden exagerado". Es decir: se suele pensar que el nazismo fue una especie de desfile militar contínuo, una estructura disciplinada hasta niveles ridículos. Las tesis de historiadores de la talla de Ian Kershaw llevan años defendiendo, precisamente, que el nazismo no fue ningun sistema (racional) de gobierno en particular sino más bien, en buena medida, la ausencia de dicho sistema. Un "sistema", pues, en el que una serie de acólitos poderosos ejercían de auténticos señores feudales en sus feudos disputándose todos ellos ser los más leales colaboradores del Führer. Que semejante entramado se mantuviese fue cosa del frenesí exterminador, de la notable capacidad de radicalización del nazismo como ideología junto al factor extra de control debido a los modernos medios de comunicación (tal y como señaló Albert Speer, postrero ministro de armamentos del Reich y arquitecto personal de Hitler, intentando explicarse cómo tantas personas habrían acatado decisiones absurdas o deshonrosas dictadas por Hitler y sus secuaces). 

Pues bien, la situación que plantea la película es la de una falsa reunión. La decisión de "evacuar" (véase exterminar) a los judíos estaba ya tomada. Heydrich sólo pretende intimidar a todos y cada uno de los representantes de las esferas de poder del Reich que las SS no controlan directamente, desea que no haya obstáculos para que la "solución final" se ejecute. No hay ley que pueda convalidar el exterminio de millones y, por tanto, Heydrich recuerda a Stuckart y a quienes opinan en la reunión que no es razonable o útil semejante crimen, que la única ley es la voluntad de Hitler. Ése era el sistema nazi: la arbitrariedad, el caos de la fuerza bruta al servicio de una locura. Al final, todos ceden ante la amenaza de ser también ellos mismos los exterminados.

Estamos ante una obra sombría pero que nos transmite algo importante: que el mal que engendramos no admite ser embridado luego y que no hay ley bajo la que se puedan sentir cómodos los criminales. Siempre quieren una ley más que convalide sus tropelías. Y esto es una lección importante en estos tiempos de zozobra. Un tiempo en que se emplean cada vez más buenas palabras para encubrir realidades atroces. En que todos se apresuran a pedir el sacrificio de más y más derechos para obtener... ¿qué? Vean esta película, pues. Puede que el destino de millones, su total ruina, se decida aún hoy en palacios como Wansee. Puede.




"En el derecho posee y defiende el ser humano su condición moral de existencia, sin el derecho desciende al nivel del animal" Rudolf von Ihering.